Una
familia tradicional se encontraba alrededor de la mesa compartiendo
la cena, cuando la hija pequeña de 7 años, comenta a grito
pelado algo que cae como un balde de agua fría a sus progenitores:
-Hoy os traigo una mala noticia: ya no soy virgen!!!
Tras lo cual, la niña rompe a llorar notablemente alterada, con sus manos cubriéndole la cara y con cierto halo de vergüenza.
Después de transcurridos diez minutos de silencio sepulcral, los padres comienzan a recriminarse mutuamente.
-Tú tienes la culpa...- le dice furiosa la madre a su marido- Siempre haciéndote ver sin pudores en compañía de esa secretaria que tienes y que cada día se parece más a una prostituta. Lindo ejemplo le has estado dando a tu hija... y claro la pobre niña toma como ejemplo todo lo que ve de su padre.
-Y eres tú la que me lo dices... que te pasas horas conversando de una manera sospechosa con el jardinero y te insinúas descaradamente con el lechero??? No te da vergüenza??? Esos son los ejemplos a los que te referías para inculcarle a tu hija???
-Ay, por Dios!!! Cómo es posible que esto nos suceda precisamente a nosotros? Yo pensaba que cosas así sólo ocurrían en las películas...
Cuando ya están todos descontrolados y al borde de un colapso, la madre, con los ojos bañados en un mar de lágrimas y la boca temblorosa, toma tiernamente las manos de su pequeña hija y en voz baja, le pregunta:
-Pero... cómo ha sucedido eso exactamente, hija?
Entre sollozos, la niña contesta:
-Es que la maestra del colegio me ha dicho que en lugar de la Virgen María, iba a personificar a una campesina en el pesebre.
