Estaba
sentado en mi escritorio cuando recordé una llamada telefónica
importante que debía hacer. Recurrí a mi memoria y anoté el
número telefónico en un papel antes de marcarlo.
Me contestó un tipo malhumorado diciendo:
-Hola?
-Hola... Soy Alfonso Pérez, podría hablar con Andrea González, por favor? - dije amablemente.
De repente sentí que me colgaba el teléfono. No podía creer que existiera alguien tan grosero.
Luego de que se me pasó el enojo, recurrí a mi directorio telefónico para corroborar el número de Andrea y asegurarme de si me había equivocado al marcar. Efectivamente, el error era que había traspuesto los dos últimos dígitos de su número.
Después de hablar con Andrea, observé ese número erróneo todavía sobre mi escritorio.
Decidí llamar de nuevo al tipo grosero. Cuando la misma persona descolgó no esperé a que contestase y le dije:
-Eres un Hijoputa!!! - y colgué rápidamente.
Inmediatamente escribí junto a su número telefónico la palabra "Hijoputa" y lo agregué en mi agenda telefónica.
A partir de ese día, cada semana, cuando tenía que pagar algunas cuentas o pasaba un terrible día, lo llamaba; él contestaba y yo le decía.
-Eres un Hijoputa!!!
Esto me servía como terapia contra el estrés y me hacía sentir realmente mucho mejor.
Unos meses después, la compañía de teléfonos introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me entristeció porque tuve que dejar de llamar al Hijoputa. Entonces, un día tuve una idea: marqué su número telefónico, escuché su voz diciendo: "Hola?" y cambié de identidad:
-Hola, buenos días... le estoy llamando del departamento de ventas de la compañía de teléfonos para ver si conoce el servicio de identificador de llamadas...
-No! -Y dicho esto... me colgó el teléfono como la primera vez!!!
Rápidamente lo llamé de nuevo y le dije:
-Eso es porque eres un Hijoputa!!!
La razón por la cual les cuento esta historia, es para mostrarles que si hay algo que realmente molesta, siempre se puede hacer algo al respecto: en este caso, el haber contactado aunque sea de manera casual, con alguien verdaderamente grosero.
... y esto va en camino de ponerse aún mucho mejor.
Una tarde que había ido al centro comercial, el estacionamiento estaba repleto. Di varias vueltas con mi vehículo para encontrar espacio para estacionar, cuando vi a una anciana que se estaba tomando demasiado tiempo para sacar el auto de su espacio.
Incluso llegué a pensar que nunca se iría. Finalmente su coche empezó a moverse y a salir muy lentamente. Dadas las circunstancias, decidí retroceder mi vehículo un poco para darle a la anciana todo el espacio que necesitara:
-Grandioso! - pensé- Finalmente se va!!!
Inmediatamente, apareció un Ford negro en sentido contrario y se abalanzó sobre el hueco que había dejado la anciana y por el que yo estaba esperando. Casi me choca en el paragolpes.
Comencé a tocar la bocina y a gritar:
-Usted no puede hacer eso! Yo estaba aquí primero esperando el lugar!
El tipo del Ford simplemente se bajó, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial ignorándome totalmente, como si ni siquiera me hubiera escuchado. Ante su actitud pensé:
-Este tipo es otro Hijoputa; con toda seguridad hay una gran cantidad de hijos putas en este mundo.
Fue entonces cuando vi un letrero de "SE VENDE" con un número de teléfono en la ventana trasera de su Ford. Entonces anoté ese número y me fui a buscar otro lugar en el aparcamiento.
Un par de días después, estaba sentado en el escritorio de mi casa y acababa de soltar el teléfono después de mi terapia marcando el número del primer hijo de puta aquél, diciéndole mi acostumbrado "Eres un Hijoputa", cuando vi el número del tipo del Ford negro y pensé:
-Debería llamar también a este otro hijoputa?
Me alenté a mí mismo y finalmente me decidí a marcar el número.
Después de un par de timbradas, alguien contestó y dijo:
-Hola?
-Hola! Hablo con el señor del Ford negro que tiene para la venta? -le pregunté.
-Sí, habla Ud. con él -dijo.
-Podría usted decirme, por favor dónde puedo ver el coche con mi mecánico?
-Sí, por supuesto. Vivo en la Avenida San Juan, esquina Independencia, es una casa amarilla.
-Y cuál es su nombre? -Pregunté.
-Mi nombre es Eduardo Lagomarsino -me contestó.
-Muy bien... En qué horario le parece más apropiado para encontrarme con usted, Eduardo? -pregunté.
-Pues... Me puede encontrar en casa por las noches.
Estuvimos un par de minutos más conversando, hasta que le comenté que había llegado finalmente la tecnología al país y le comenté del servicio de identificación de llamadas. Le pregunté si lo conocía y me contestó que no.
-Escuche Eduardo... puedo decirle algo muy importante?
- Sí... claro, hombre! -me respondió.
- Eduardo... eres un Hijoputa de la hostia! -y colgué el teléfono.
Después de colgarle, incluí el número de Eduardo Lagomarsino en la memoria de mi teléfono. Por un momento las cosas parecían estar saliendo muy bien para mí. Pero ahora tenía un problemilla: tenía a dos hijoputas para llamar.
Después de varios meses de llamar al par de hijoputas y colgarles, la cosa ya no era tan divertida como antes. Este problema ya me comenzó a parecer muy serio y pensé en una solución definitiva.
En primer lugar, llamé al Hijoputa número 1. El tipo grosero me contestó:
-Hola!!!
-Hola Hijoputa!!! -pero esta vez no colgué el tubo como de costumbre.
Entonces, el Hijoputa me preguntó:
-Estás ahí?
-Síííííííííí!!! -le respondí.
-Deja ya de llamarme... que esto hace rato que dejó de tener gracia -me dijo.
- Pues.. Creo que no!
- A ver si eres tan valiente... cuál es tu nombre, desgraciado? -preguntó.
-Soy Eduardo Lagomarsino -respondí intentando no morirme de la risa.
-Sí... y en dónde vives? - volvió a preguntarme.
-Qué? Estás pensando en venir a verme? Pues vivo en la Avenida San Juan, esquina Independencia... es una casa amarilla y tengo mi coche, un Ford negro, aparcado enfrente de ella... no te vayas a perder!!! -le contesté.
-Bueno, ya mismo salgo para allí y te voy a romper todos los dientes!!!
-Pues, tú sí que eres un hijoputa! Ve alquilando un cuarto en el hospital antes de venir y ven rezando por todo el trayecto, so cabrón!!!
- Uuuuuf... sí?? Pero que miedo me das... mira cómo tiemblo, Hijoputa!!! -y colgué el teléfono.
Inmediatamente después, llamé al Hijoputa número 2.
- Hola? -contestó el tipo.
- Hola, Hijoputa! Cómo estás? -saludé.
-Si te llego a encontrar, ya vas a ver... eres un...
-Qué miedo me das, hijoputa? - interrumpí.
-Te voy a patear las tripas! - dijo realmente alterado.
-Síííí? Pues, mira... esta es tu gran oportunidad. Voy ya mismo para tu casa, no te vayas, eh? Hijoputa! -y colgué.
Finalmente, tomé el teléfono y llamé a la policía. Les dije que estaba en la Avenida San Juan, esquina calle Independencia y que iba a matar a mi novio homosexual tan pronto como llegara a la casa.
Luego hice otras llamadas rápidas a todos y cada uno de los canales de televisión para reportar a los noticieros que iba a comenzar una guerra de pandillas de narcotraficantes en la Avenida San Juan, esquina calle Independencia.
Después de hacer esto, me monté en mi coche y me fui a la Avenida San Juan, esquina calle Independencia, para no perderme el gran espectáculo que estaba a punto de ocurrir.
Fue glorioso!!!
Observar a un par de hijoputas pateándose enfrente de 6 coches de policía, varias furgonetas de la prensa y un helicóptero con cámaras de televisión trasmitiendo en directo para todo el país y el mundo!!!
Fue una de las mejores experiencias de mi vida!!!
Así, pues... que ya saben...
Sean amables o ustedes serás los siguiente en mi lista de hijoputas!!!