Un ingeniero medio introvertido
finalmente consiguió realizar el sueño de su vida, y que en verdad era lo más
alocado que había hecho hasta entonces: Un viaje en crucero.
Estaba comenzando a disfrutar del viaje
cuando un huracán dió vuelta el barco como si fuese una cáscara de
nuez.
El jóven consiguió aferrarse a un
salvavidas y llegar a una isla aparentemente desierta y muy
escondida.
Una vez que se instaló allí, se
encontró con una escena bellísima: cascada, bananas, palmeras...
pero casi nada más aparte de eso, por
lo que se sintó desesperado y completamente abandonado.
Pasaron varios meses, y un buen día
apareció remando en un bote una bellísima joven, rubia,
voluptuosa... de esas que hacen parar el tránsito.
Entablan entonces el siguiente diálogo:
Entablan entonces el siguiente diálogo:
-Yo soy del otro lado de la isla. Tú
también estabas en el crucero que se hundió?
-Sí... estaba! Pero... de dónde
has conseguido este bote?
-Pues, mira... Saqué alguna rama de
los árboles, hice sangrar un poco de caucho, reforcé las ramas e
hice los remos con madera de eucaliptus.
-Pero... con qué herramientas?
-Bueno, encontré una capa de material
rocoso, evidentemente formada por aluviones. Descubrí que calentando
este material a cierta temperatura, éste asume una forma muy
maleable. Pero.. basta de esto... tú en dónde has vivido todo este
tiempo? No veo nada parecido a un techo por aquí.
-Para serte franco, he dormido en la
playa...
-Quieres conocer mi casa?
No muy convencido, finalmente el
ingeniero aceptó.
La joven remó con extrema destreza
alrededor de la isla. Cuando llegó al otro lado, amarró el bote a
una cuerda que parecía más una obra de artesanía. Los dos
caminaron por una pasarela de piedras construída por la muchacha, y
se encontraron, detrás de una palmera, con un lindo chalet pintado
de azul y blanco.
-No es mucho- dijo ella -pero yo le
llamo "hogar".
Una vez dentro, él recibió una invitación:
-Deseas sentarte?... Aceptas una
bebida refrescante?
-No, gracias! Ya estoy harto del agua
de coco, no lo aguanto más!
-Pero no es agua de coco! Tengo un
alambique medio rudimentario allá afuera, de manera que podemos
tomar auténticas "Piñas Coladas"!
Intentando esconder la sorpresa, el
ingeniero aceptó y se sentaron en un cómodo sofá para conversar.
Después de intercambiar sus historias, la
muchacha preguntó:
-Siempre has usado barba?
-Pues... No.
-Tengo una navaja encima del pequeño armario del baño, si quieres puedes usarlo para afeitarte.
El hombre ya no aguantaba más esa
barba espesa. Fue al baño y se afeitó la barba con un complicado
aparato hecho de hueso y conchas, tan afilado como una navaja.
A continuación, tomó un buen baño,
sin arriesgar pensar sobre como ella tenía agua caleinte en el baño.
Bajó sin poder dejar de maravillarse con las terminaciones del
pasamanos.
La chica al verlo, no pudo menos que
elogiarlo.
-Veo que has quedaste óptimo! Voy
arriba para ponerme algo más cómodo.
Nuestro hombre continuó bebiendo su
piña colada y a cabo de unos pocos minutos, la muchacha estaba de
vuelta, con un delicioso perfume de gardenias, y vistiendo un
rimbombante y revelador robe, muy bien trabajado en hojas de palmera.
-Bueno- dijo ella -ambos hemos pasado
un largo tiempo sin ninguna compañía... Te has sentido
solitario en algún momento? Hay alguna cosa de la que tengas nostalgia? Se te ocurre algo que te pueda hacer mucha falta y de lo cual todos los hombres y las mujeres necesitan hoy en día?
-Pero claro! - dijo él, olvidando un
poco su timidez -Hay algo que estoy queriendo durante todo este
tiempo. Pero... aquí, en esta isla, sabes... me parece que es imposible.
-Bueno- dijo ella -ya no es más
imposible, si me entiendes...
El muchacho, presa de una inconmensurable excitación:
-No me estás queriendo decir que...
-Sí, sí... pues claro...- contestó ella con una amplia sonrisa.
-No me digas que también has
encontrado una manera de levantar los e-mails aquí, en esta isla?