jueves, 16 de enero de 2014

Mejores cuentos de zesnita: Náufrago.

Un ingeniero medio introvertido finalmente consiguió realizar el sueño de su vida, y que en verdad era lo más alocado que había hecho hasta entonces: Un viaje en crucero.


Estaba comenzando a disfrutar del viaje cuando un huracán dió vuelta el barco como si fuese una cáscara de nuez.


El jóven consiguió aferrarse a un salvavidas y llegar a una isla aparentemente desierta y muy escondida.
Una vez que se instaló allí, se encontró con una escena bellísima: cascada, bananas, palmeras...
pero casi nada más aparte de eso, por lo que se sintó desesperado y completamente abandonado.


Pasaron varios meses, y un buen día apareció remando en un bote una bellísima joven, rubia, voluptuosa... de esas que hacen parar el tránsito.
Entablan entonces el siguiente diálogo:

-Yo soy del otro lado de la isla. Tú también estabas en el crucero que se hundió?

-Sí... estaba! Pero... de dónde has conseguido este bote?

-Pues, mira... Saqué alguna rama de los árboles, hice sangrar un poco de caucho, reforcé las ramas e hice los remos con madera de eucaliptus.

-Pero... con qué herramientas?

-Bueno, encontré una capa de material rocoso, evidentemente formada por aluviones. Descubrí que calentando este material a cierta temperatura, éste asume una forma muy maleable. Pero.. basta de esto... tú en dónde has vivido todo este tiempo? No veo nada parecido a un techo por aquí.

-Para serte franco, he dormido en la playa...

-Quieres conocer mi casa?

No muy convencido, finalmente el ingeniero aceptó.


La joven remó con extrema destreza alrededor de la isla. Cuando llegó al otro lado, amarró el bote a una cuerda que parecía más una obra de artesanía. Los dos caminaron por una pasarela de piedras construída por la muchacha, y se encontraron, detrás de una palmera, con un lindo chalet pintado de azul y blanco.

-No es mucho- dijo ella -pero yo le llamo "hogar".

Una vez dentro, él recibió una invitación:

-Deseas sentarte?... Aceptas una bebida refrescante?

-No, gracias! Ya estoy harto del agua de coco, no lo aguanto más!

-Pero no es agua de coco! Tengo un alambique medio rudimentario allá afuera, de manera que podemos tomar auténticas "Piñas Coladas"!


Intentando esconder la sorpresa, el ingeniero aceptó y se sentaron en un cómodo sofá para conversar.

Después de intercambiar sus historias, la muchacha preguntó:

-Siempre has usado barba?

-Pues... No.

-Tengo una navaja encima del pequeño armario del baño, si quieres puedes usarlo para afeitarte.


El hombre ya no aguantaba más esa barba espesa. Fue al baño y se afeitó la barba con un complicado aparato hecho de hueso y conchas, tan afilado como una navaja.

A continuación, tomó un buen baño, sin arriesgar pensar sobre como ella tenía agua caleinte en el baño. Bajó sin poder dejar de maravillarse con las terminaciones del pasamanos.
La chica al verlo, no pudo menos que elogiarlo.

-Veo que has quedaste óptimo! Voy arriba para ponerme algo más cómodo.


Nuestro hombre continuó bebiendo su piña colada y a cabo de unos pocos minutos, la muchacha estaba de vuelta, con un delicioso perfume de gardenias, y vistiendo un rimbombante y revelador robe, muy bien trabajado en hojas de palmera.

-Bueno- dijo ella -ambos hemos pasado un largo tiempo sin ninguna compañía... Te has sentido solitario en algún momento? Hay alguna cosa de la que tengas nostalgia? Se te ocurre algo que te pueda hacer mucha falta y de lo cual todos los hombres y las mujeres necesitan hoy en día?

-Pero claro! - dijo él, olvidando un poco su timidez -Hay algo que estoy queriendo durante todo este tiempo. Pero... aquí, en esta isla, sabes... me parece que es imposible.

-Bueno- dijo ella -ya no es más imposible, si me entiendes...

El muchacho, presa de una inconmensurable excitación:

-No me estás queriendo decir que...

-Sí, sí... pues claro...- contestó ella con una amplia sonrisa.


-No me digas que también has encontrado una manera de levantar los e-mails aquí, en esta isla?

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