Una
vez delante del Pontífice le ofrecen 5 millones de dólares, si en
lugar de decir en las oraciones: "El pan nuestro de cada día”, se dice “la Coca
Cola nuestra de cada día".
El
Papa molesto, les contesta que sería una blasfemia hacer eso y que por supuesto ni estando loco haría una cosa así.
Los ejecutivos se retiran y vuelven a la semana con una nueva oferta de 10 millones de dólares para cambiar "El pan nuestro de cada día”, por “la Coca Cola nuestra de cada día".
El Papa, ahora indignado, se niega rotundamente diciendo que toda la
iglesia y el mundo entero les repudiaría si se hiciera ese cambio.
A
la semana siguiente, vuelven los mismos directivos y con una amplia sonrisa
le ofrecen 25 millones de dólares por decir “la Coca Cola nuestra
de cada día” en lugar de “el pan nuestro de cada día”.
El
Papa irritado, insiste en su postura de que eso es algo imposible.
Empeñados
en conseguir lo que se proponen, le ofrecen 40 millones de dólares si aceptan hacer el cambio, pero el Pontífice sigue
negándose.
Pasados siete días más, vuelven los mismos directivos al Vaticano y como última oferta
le ofrecen 100 millones de dólares si se cambia “la Coca Cola nuestra de cada día” por “el pan nuestro de cada día”.
El Papa se queda pensativo, se vuelve
hacia su ayudante de cámara y le pregunta:
-
Hasta cuándo hemos firmado el contrato con los panaderos?
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