— Padre,
venía a ver si me bautizaba usted al perro.
— Pero
qué dice, hombre? Los
perros no se bautizan! Se les pueden bendecir el día de San Francisco de Asís, pero nada más... si usted quiere.
— No...
no padre! Yo quiero que lo bautice, por favor.
— Acaso
usted no entiende? Le digo a usted que no! Que no se puede.
— Padre,
es que el perro es como de la familia... además, si lo bautiza usted, le dejaremos a la parroquia un donativo de 10.000 dólares.
— Bueno... la verdad es que... si me lo trae ahorita mismo... podría hacer una excepción... pero rápido, eh?
El hombre trae al perro lo más rápido que puede, y el cura lo bautiza.
A
los dos meses viene el obispo de visita y le llama la atención el nuevo órgano
musical, el nuevo retablo, los nuevos bancos, la pintura, el
confesionario de caoba, las nuevas figuras de los santos, el Cristo
tallado inmaculadamente y le dice al párroco:
— Pero... no me habías dicho que la parroquia estaba mal en economía?
— Si...
Señor Obispo, pero... es que... cómo se lo puedo explicar? Bueno, mire... en realidad... no se lo puedo ocultar! Hace dos meses un hombre pagó a la parroquia para que le bautizara a su perro... al principio me negué... pero luego... terminé aceptando.
— Pero... qué has hecho insensato? Darle un sacramento a un animal??? Eso va
contra todos los preceptos sagrados de la Iglesia. Eres un mal cura, desgraciado,
ignorante, petulante y corrupto!!!!!!!!!! Por
cuánto se lo bautizaste?
— Por
10.000 dólares, señor obispo.
— 10.000
dólares???
— Sí, 10.000 dólares y los pagó al contado!!!
— Mmmm... y no te dijo nada de cuando volvería a traer al perro para tomar la primera comunión?
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